¿Progreso?
Sobreviviendo al progreso / Surviving progress
Surviving progress (2011)
http://www.teledocumentales.com/surviving-progress/
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Entrevista al filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han
Entrevista realizada por Francesc Arroyo para el El País, 22/03/2014.- Byung-Chul Han, pensador coreano afincado en Berlín, es la nueva estrella de la filosofía alemana.
- La asfixiante competencia laboral, el exhibicionismo digital y la falaz demanda de transparencia política son los males contemporáneos que analiza en su obra.
- “El esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento. Uno se ve libre y se explota a sí mismo hasta el colapso”.
- “Mientras Grecia y España están en ‘shock’ por la crisis, se endurecen la competencia descarnada y los despidos”.
Byung-Chul Han nació en 1959 en Seúl y allí estudió metalurgia, pero pronto llegó a la conclusión de que con aquello no iba a ninguna parte. La carrera ni siquiera le interesaba. Decidió instalarse en Alemania y estudiar literatura, aunque acabó interesado en la filosofía. En 1994 se doctoró por la Universidad de Múnich con una tesis sobre Martin Heidegger y poco después se estrenó como profesor universitario tras haber obtenido la habilitación en Basilea. Actualmente enseña Filosofía en la Universidad de las Artes de Berlín después de ejercer en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe al lado de Sloterdijk, que no ha evitado polemizar con el que muchos consideran su sucesor en el trono simbólico de la filosofía germana.
En los últimos meses se han publicado en España dos libros de Han —La sociedad del cansancio y La sociedad de la transparencia—, en abril aparecerá un tercero —La agonía de Eros (en la editorial Herder, como los anteriores)— y varios más serán traducidos pronto. En ellos analiza los males del presente: el hombre contemporáneo, sostiene el filósofo, ya no sufre de ataques virales procedentes del exterior; se corroe a sí mismo entregado a la búsqueda del éxito. Un recorrido narcisista hacia la nada que lo agota y lo aboca a la depresión. Es la consecuencia insana de rechazar la existencia del otro, de no asumir que el otro es la raíz de todas nuestras esperanzas. Más aún, solo el otro da pie al eros y es precisamente el eros el que genera el conocimiento.
La entrevista se celebra en el Café Liebling, situado en la berlinesa Raumerstrasse, en Prenzlauer Berg, un barrio que ha pasado en poco tiempo de bohemio a aposentado. Suena una música ambiental suave que los camareros no tienen problema en suavizar aún más para evitar interferencias en la grabación de la charla. Han es puntual a la cita. Se sienta y pide café. La primera pregunta es sobre la relación directa que él establece entre el eros y el pensamiento. Mira al entrevistador, se mira las manos, se mesa el cabello, calla. Al cabo de unos segundos empieza a hablar: “Creo que para responder a eso necesitaría antes pensar durante un par de semanas”. En apariencia deja el asunto de lado, aunque lo abordará al final de la entrevista. No tiene prisa. Se toma su tiempo. Para todo. “Cuando llegué a Alemania, ni siquiera conocía el nombre de Martin Heidegger”, cuenta. “Yo quería estudiar literatura alemana. De filosofía no sabía nada. Supe quiénes eran Husserl y Heidegger cuando llegué a Heidelberg. Yo, que soy un romántico, pretendía estudiar literatura, pero leía demasiado despacio, de modo que no pude hacerlo. Me pasé a la filosofía. Para estudiar a Hegel la velocidad no es importante. Basta con poder leer una página por día”.
Cualquier cosa menos volver a la metalurgia que había dejado en Corea. “Al final de mis estudios me sentí como un idiota. Yo, en realidad, quería estudiar algo literario, pero en Corea ni podía cambiar de estudios ni mi familia me lo hubiera permitido. No me quedaba más remedio que irme. Mentí a mis padres y me instalé en Alemania pese a que apenas podía expresarme en alemán”.
Inició un proceso de aprendizaje del idioma y de nuevas materias que le permitieran comprender los problemas que aquejan al hombre de hoy. Explicarlo es el objetivo de sus libros. A diferencia de lo que ocurría en tiempos pasados, cuando el mal procedía del exterior, ahora el mal está dentro del propio hombre, subraya Han: “La depresión es una enfermedad narcisista. El narcisismo te hace perder la distancia hacia el otro y ese narcisismo lleva a la depresión, comporta la pérdida del sentido del eros. Dejamos de percibir la mirada del otro. En uno de los últimos textos que he escrito insisto en que el mundo digital es también un camino hacia la depresión: en el mundo virtual el otro desaparece”. ¿Hay posibilidades de vencer ese estado depresivo? “La forma de curar esa depresión es dejar atrás el narcisismo. Mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia”, sostiene. “Porque frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe el uso de anticuerpos contra nosotros mismos”.
Para precisar lo que sugiere recurre a Jean Baudrillard: el enemigo exterior adoptó primero la forma de lobo, luego fue una rata, se convirtió más tarde en un escarabajo y acabó siendo un virus. Hoy, sin embargo, “la violencia, que es inmanente al sistema neoliberal, ya no destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde dentro y provoca depresión o cáncer”. La interiorización del mal es consecuencia del sistema neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no necesita ejercer la represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre moderno es él mismo su propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito. Siendo así, ¿cómo hacer frente a los nuevos males? No es fácil, dice. “La decisión de superar el sistema que nos induce a la depresión no es cosa que solo afecte al individuo. El individuo no es libre para decidir si quiere o no dejar de estar deprimido. El sistema neoliberal obliga al hombre a actuar como si fuera un empresario, un competidor del otro, al que solo le une la relación de competencia”.
Retomando la idea hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo, Byung-Chul Han denuncia que “el esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento”. Y lo ha hecho a cambio de un modo de vida escasamente interesante, “la mera vida, frente a la vida buena”, dice, casi pura supervivencia. A cambio de eso, el hombre cede su soberanía y su libertad. Pero lo más llamativo es que el propio amo ha renunciado también a la libertad al convertirse en explotador de sí mismo. Ha interiorizado la represión y se ve abocado al cansancio y la depresión. Pero el cansancio y la depresión no se pueden interpretar como alienación, en el sentido tradicional marxista. “Solo la coerción o la explotación llevan a la alienación en una relación laboral. En el neoliberalismo desaparece la coerción externa, la explotación ajena. En el neoliberalismo, trabajo significa realización personal u optimización personal. Uno se ve en libertad. Por lo tanto, no llega la alienación, sino el agotamiento. Uno se explota a sí mismo, hasta el colapso. En lugar de la alienación aparece una autoexplotación voluntaria. Por eso, la sociedad del cansancio como sociedad del rendimiento no se puede explicar con Marx. La sociedad que Marx critica, es la sociedad disciplinaria de la explotación ajena. Nosotros, en cambio, vivimos en una sociedad del rendimiento de autoexplotación”. El hombre se ha convertido en un animal laborans, “verdugo y víctima de sí mismo”, lanzado a un horizonte terrible: el fracaso.
Como todo buen romántico, Han encuentra la solución en el amor. Hay que negar el presente represivo y aceptar la existencia del otro y, de su mano, la posibilidad del amor. Un buen ejemplo es la película Melancolía, de Lars von Trier. En ella aparece Justine, un personaje deprimido “porque es incapaz de amar. La depresión aparece como una imposibilidad de amor. Pero Justine alcanza a salir de la depresión gracias a la aparición de un planeta que va a destruir la Tierra. Es la amenaza de esa catástrofe la que le permite curarse de la depresión porque la hace capaz de percibir la existencia del otro. Primero, el otro es el planeta y luego los demás. Y al salir de la depresión se siente capaz de amar, de recuperar el sentimiento del eros”. Y es que “el eros es la condición previa del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que es el otro, no hay posibilidad de filosofía”.
Hay una relación directa entre eros y logos que pasa por descubrir al otro. Sin eso no hay posibilidad de verdad. El eros tiene una relación vital con el pensar. El logos sin eros sería pensamiento puro. Así termina La agonía de Eros, recuerda: “El pensamiento en sentido enfático comienza bajo el impulso de eros. Es necesario haber sido amigo, amante para poder pensar. Sin eros, el pensamiento pierde la vitalidad y se hace represivo”. Ahí está el ejemplo de Alcibíades, que accede al conocimiento gracias a la seducción que Sócrates ejerce sobre él. “Siempre se había pensado que el eros estaba excluido, pero es condición para el pensamiento”, insiste. “Es el amigo el que introduce una relación vital que hace posible el pensar”. Por el contrario, “la falta de relación con el otro es la principal causa de la depresión. Esto se ve agudizado hoy en día por los medios digitales, las redes sociales”. La soledad, la incapacidad para percibir al otro, su desaparición.
No hay, sin embargo, que confundir la seducción con la compra. “Creo que no solo Grecia, también España, se encuentran en un estado de shock tras la crisis financiera. En Corea ocurrió lo mismo, tras la crisis de Asia. El régimen neoliberal instrumentaliza radicalmente este estado de shock. Y ahí viene el diablo, que se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a cambio de almas humanas. Mientras uno se encuentra aún en estado de shock, se produce una neoliberalización más dura de la sociedad caracterizada por la flexibilización laboral, la competencia descarnada, la desregularización, los despidos”. Todo queda sometido al criterio de una supuesta eficiencia, al rendimiento. Y, al final, explica, “estamos todos agotados y deprimidos. Ahora la sociedad del cansancio de Corea del Sur se encuentra en un estadio final mortal”.
En realidad, el conjunto de la vida social se convierte en mercancía, en espectáculo. La existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente “expuesta”, de “su valor de exposición” en el mercado. Y con ello “la sociedad expuesta se convierte también en pornográfica. La exposición hasta el exceso lo convierte todo en mercancía. Lo invisible no existe, de modo que todo es entregado desnudo, sin secreto, para ser devorado de inmediato, como decía Baudrillard”. Y lo más grave: “La pornografía aniquila al eros y al propio sexo”. La transparencia exigida a todo es enemiga directa del placer que exige un cierto ocultamiento, al menos un tenue velo. La mercantilización es un proceso inherente al capitalismo que solo conoce un uso de la sexualidad: su valor de exposición como mercancía.
Lo propio ocurre en la exigencia de transparencia en la política: “La transparencia que se exige hoy en día de los políticos es cualquier cosa menos una demanda política. No se pide la transparencia para los procesos de decisión que no interesan al consumidor. El imperativo de transparencia sirve para descubrir a los políticos, para desenmascararlos o para escandalizar. La demanda de transparencia presupone la posición de un espectador escandalizado. No es la demanda de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. La participación se realiza en forma de reclamaciones y quejas. La sociedad de la transparencia, poblada de espectadores y consumidores, es la base de una democracia del espectador”.
La exigencia de transparencia, acompañada del hecho de que el mundo es un mercado, hace que los políticos no acaben siendo valorados por lo que hacen, sino por el lugar que ocupan en la escena. “La pérdida de la esfera pública genera un vacío que acaba siendo ocupado por la intimidad y los aspectos de la vida privada”, afirma. “Hoy se oye a menudo que es la transparencia la que pone las bases de la confianza. En esta afirmación se esconde una contradicción. La confianza solo es posible en un estado entre conocimiento y no conocimiento. Confianza significa, aun sin saber, construir una relación positiva con el otro. La confianza hace que la acción sea posible a pesar de no saber. Si lo sé todo, sobra la confianza. La transparencia es un estado en el que el no saber ha sido eliminado. Donde rige la transparencia, no hay lugar para la confianza. En lugar de decir que la transparencia funda la confianza, habría que decir que la transparencia suprime la confianza. Solo se pide transparencia insistentemente en una sociedad en la que la confianza ya no existe como valor”. Un ejemplo de esta contradicción es el Partido Pirata que se presenta a sí mismo como el de la transparencia, lo que en realidad equivale a una propuesta de despolitización. “Se trata, en realidad, de un antipartido”, afirma Han.
Y se ha diluido también la “verdad”, porque en la sociedad de la transparencia lo que importa es la apariencia. Parte de su discurso recuerda el de los situacionistas franceses de los sesenta, que sostenía que la historia podía explicarse por el predominio de los verbos que explican las cosas. En la antigüedad, lo importante era el ser, pero el capitalismo impuso el tener. En la actual sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer, de la apariencia. Así lo resume Han: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna. Lo único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”. Y el mundo de la apariencia se nutre de las aportaciones de los medios de comunicación. Pero hay una gran diferencia entre el saber, que exige reflexión y hondura, y el conocer, que no aporta verdadero saber. “La acumulación de la información no es capaz de generar la verdad. Cuanta más información nos llega, más intrincado nos parece el mundo”.
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http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/18/actualidad/1395166957_655811.html
http://redfilosofia.es/blog/2014/03/23/entrevista-al-filosofo-coreano-aleman-byung-chul-han/
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notas de
La sociedad del cansancio, por Byung-Chul Han
(2010)
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El Prometeo cansado
–Prólogo
- sujeto de rendimiento contemporáneo, que se violenta a sí
mismo
- sujeto de autoexplotación
- Kafka: la herida se cerró de cansancio
- amable desarme del Yo
La violencia neuronal
- enfermedades neuronales (depresión, TDAH, TLP, SDO)
provocadas por un exceso de positividad
- la desaparición de la otredad significa que vivimos en un
tiempo pobre de negatividad
- estados patológicos atribuibles a un exceso de positividad
- la violencia neuronal no parte de una negatividad extraña
al sistema
- sobreabundancia de lo idéntico
- masificación de la positividad
Más allá de la
sociedad disciplinaria
La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria sino una
sociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya “sujetos de
obediencia” sino “sujetos de rendimiento”.
-Transformación de la sociedad disciplinaria en sociedad de
rendimiento
La sociedad disciplinaria es una sociedad de la negatividad.
La defina la negatividad de la prohibición –no poder (produce locos y
criminales)
-La sociedad de rendimiento se caracteriza pro el verbo
modal positivo poder sin límites. Su
plural afirmativo y colectivo, “Yes, we can” expresa precisamente su carácter
de positividad. (produce depresivos y
fracasados)
-A partir de cierto punto de productividad, la técnica
disciplinaria (…) alcanza su propio límite. Con el fin de aumentar la
productividad se sustituye el paradigma disciplinario por el de rendimiento,
por el esquema positivo del poder hacer, pues a partir de un nivel determinado
de producción, la negatividad de la prohibición tiene un efecto bloqueante e
impide un crecimiento ulterior. La positividad del poder es mucho más eficiente
que la negatividad del deber. De este modo, el inconsciente social pasa del
deber al poder. El sujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el
de obediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujeto de
rendimiento sigue disciplinado. Ya ha pasado por la fase disciplinaria. El poder
eleva el nivel de productividad obtenidad por la técnica disciplinaria, esto
es, por el imperativo del deber. En relación con el incremento de productividad
no se da ninguna ruptura entre el deber y el poder, sino una continuidad.
-El deprimido no está a la altura, está cansado del esfuerzo
de devenir él mismo. Alain Ehrenberg
-la presión por el rendimiento
-Lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e
iniciativa, sino el imperativo del rendimiento.
-El hombre depresivo (…) se explota a sí mismo (…) es al
mismo tiempo verdugo y víctima.
-La depresión (…) se desata en el momento en que el sujeto
de rendimiento ya no puede poder más.
-“Nada es posible”, solamente puede manifestarse dentro de
una sociedad que cree que “Nada es imposible”. No-poder-poder-más conduce a un
destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión. El sujeto de rendimiento
se encuentra en guerra consigo mismo y el depresivo es el inválido de esta
guerra interiorizada. La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre bajo
el exceso de positividad.
-El sujeto de rendimiento está libre de un dominio externo
que lo obligue a trabajar o incluso lo explote.
-Es dueño y soberano de sí mismo. De esta manera no está
sometido a nadie, mejor dicho, solo a sí mismo.
-La supresión de un dominio externo no conduce hacia la
libertad; más bien hace que la libertad y coacción coincidan. Así el sujeto de
rendimiento se abandona a la “libertad obligada” o a la “libre obligación” de
maximizar el rendimiento.
El aburrimiento
profundo
-El exceso de positividad se manifiesta (…) como un exceso
de estímulos, informaciones e impulsos (…) la percepción queda fragmentada y
dispersa.
-La técnica de administración del tiempo y la atención
multitasking no significa un progreso para la civilización. El multitasking no
es una habilidad para la cual esté capacitado únicamente el ser humano
tardomoderno de la sociedad del trabajo y la información. Se trata más bien de
una regresión. (…) el multitasking está ampliamente extendido entre los
animales salvajes (…) El animal salvaje está obligado a distribuir su atención
en diversas actividades (…) no se halla capacitado para una inmersión
contemplativa.
-Los recientes desarrollos sociales y el cambio de
estructura de la atención provocan que la sociedad humana se acerque cada vez
más al salvajismo.
-La preocupación por la buena vida, que implica también una
convivencia exitosa, cede progresivamente a una preocupación por la
supervivencia.
-Los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece
la filosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa. La cultura
requiere un entorno en el que sea posible una atención profunda.
-Walter Benjamin llama al aburrimiento profundo “el pájaro
de sueño que incuba el huevo de la experiencia”
-La pura agitación no genera nada nuevo. Reproduce y acelera
lo ya existente.
-“El don de la escucha” se basa justo en la capacidad de una
profunda y contemplativa atención, a la cual el ego hiperactivo ya no tiene
acceso.
-A lo mejor, puede que al andar lo invada un profundo
aburrimiento, de modo que, a través de este ataque de hastío, haya pasado del
paso acelerado al baile. (correr no constituye ningún modo nuevo de andar)
-En comparación con el andar lineal y rectilíneo, la danza,
con sus movimientos llenos de arabescos, es un lujo que se sustrae totalmente
del principio de rendimiento.
-vita contemplativa: su carácter fundamental es el “asombro”
-La “duda” moderna y cartesiana reemplaza al “asombro”
-Justo lo flotante, lo poco llamativo y lo volátil se
revelan solo ante una atención profunda y contemplativa.
-Durante el estado contemplativo, se sale en cierto modo de
sí mismo y se sumerge en las cosas.
-Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una
nueva barbarie. En ninguna época, se han cotizado más los activos, es decir,
los desasosegados. Cuéntase, por tanto, entre las correcciones necesarias que
deben hacérsele al carácter de la humanidad el fortalecimiento en amplia medida
del elemento contemplativo.
_Nietzsche
Vita activa
…a menudo es útil que el alma vuelva de la vida
contemplativa a la vida activa, de manera que la llama de la contemplación,
encendida en el corazón, regale a la actividad toda su perfección.
_Gregorio Magno
-Según Arendt, la sociedad moderna, como sociedad de
trabajo, aniquila toda posibilidad de acción, degradando al ser humano a
“animal laborans”, a meros animales trabajadores.
-el ser humano moderno está sometido pasivamente al proceso
de vida anónimo
-la modernidad (…) termina en una mortal pasividad
-El animal laborans tardomoderno no renuncia de ningún modo
a su individualidad ni a su ego para consumarse trabajando en el proceso vital
anónimo de la especie
(…) Si uno renunciara a su individualidad y se entregara
plenamente al proceso de la especie, gozaría, cuando menos, de la serenidad
propia de un animal. (Es hiperactivo e
hiperneurótico)
-La moderna pérdida de creencias, que afecta no solo a Dios
o al más allá, sino también a la realidad misma, hace que la vida humana se
convierta en algo totalmente efímero.
(…) Nada es constante y duradero. Ante esta falta de Ser
surgen el nerviosismo y la intranquilidad.
-El Yo tardomoderno (…) está totalmente aislado.
-Ya lo dijo Nietzsche: tras la muerte de Dios, la salud se
eleva a diosa.
-A la vida desnuda, convertida en algo totalmente efímero,
se reacciona justo con mecanismos como la hiperactividad, la histeria del
trabajo y la producción. También la actual aceleración está ligada a esa falta
de Ser. La sociedad de trabajo y rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce
nuevas obligaciones. (…) En esta sociedad de obligación, cada cual lleva
consigo su campo de trabajos forzados. (…) se es víctima y verdugo a la vez.
-Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca
está menos solo que cuando está consigo mismo.
_Catón
Pedagogía del mirar
Nietzsche habla de 3 tareas que necesitan educadores: mirar,
pensar y hablar y escribir
-“acostumbrar el oo a mirar con calma y paciencia, a dejar
que las cosas se acerquen al ojo”
-“no responder inmediatamente a un impulso, sino a controlar
los instintos que inhiben y ponen término a las cosas”
-revitalización de la vita contemplativa
-En cuanto acción que dice No y es soberana, la vida
contemplativa es más activa que cualquier hiperactividad, pues esta última
representa precisamente un síntoma del agotamiento espiritual.
-Es una ilusión pensar que cuanto más activo uno se vuelva,
más libre se es.
-Sin esos “instintos que ponen término”, la acción se
dispersa convirtiendo en agitado e hiperactivo reaccionar y abreaccionar. La
pura actividad solo prolonga lo ya existente.
-Ciertamente, la vacilación no es una acción positiva, pero
vacilar es indispensable para que la acción no decaiga al nivel de trabajo.
-A los activos les falta habitualmente una actividad
superior (…) en este respecto son holgazanes (…) Los activos ruedan, como una
rueda de piedra, conforme a la estupidez mecánica.
_Nietzsche
-La rabia, en cambio, cuestiona el presente como tal.
-La dispersión general que caracteriza la sociedad actual no
permite que se desplieguen el énfasis y tampoco la energía de la rabia. La
rabia es una facultad capaz de interrumpir un estado y posibilitar que comience
uno nuevo.
-Precisamente por un egocentrismo autista, por su carencia
de negatividad, el idiot savant obtiene resultados solo realizables por una
calculadora.
-En el marco de la positivización general del mundo, tanto
el ser humano como la sociedad se transforman en una máquina de rendimiento
autista.
-Hay dos formas de potencia. La positiva es la potencia de
hacer algo. La negativa es (…) la potencia del no hacer. (…) La hiperactividad
es (…) una forma en extremo pasiva de actividad que ya no permite ninguna
acción libre.
El caso Bartleby
-“I would prefer not to” Preferiría no tener que...
_Melville
Representa la falta de iniciativa y apatía.
La sociedad del
cansancio
El cansancio tiene un gran corazón.
_Maurice Blanchot
La sociedad de rendimiento, como sociedad activa, está
convirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje.
-“máquina de rendimiento” cuyo objetivo consiste en el
funcionamiento sin alteraciones y en la maximización del rendimiento. El dopaje
solo es una consecuencia de este desarrollo, en el que la vitalidad misma, un
fenómeno altamente complejo, se reduce a la mera función y al rendimiento
vitales. El reverso de este proceso estriba en que la sociedad de rendimiento y
actividad produce un cansancio y un agotamiento excesivos.
-Sobreabundancia de positividad. El exceso del aumento de
rendimiento provoca el infarto del alma.
-El cansancio de la sociedad de rendimiento es un cansancio
a solas (…) que aísla y divide (…) que Handke, en el “Ensayo sobre el
cansancio” denomina “cansancio que separa” (…) Estos cansancios son violencia
porque destruyen toda comunidad, toda cercanía, incluso el mismo lenguaje.
-Handke contrapone el cansancio elocuente, capaz de mirar y
reconciliar al cansancio sin habla, sin mirada y que separa. El cansancio como
un “Más del Yo aminorado” abre un entre, al aflojar el constreñimiento del Yo.
No solamente veo lo otro, sino que también lo soy, y “lo otro es al tiempo yo”
(…) Se trata de un cansancio que da “confianza en el mundo”, mientras que el
cansancio del Yo en cuanto cansancio a solas es un cansancio sin mundo, que
aniquila al mundo.
-El “cansancio fundamental” es cualquier cosa menos un
estado de agotamiento en que uno se sienta incapaz de hacer algo. Más bien, se
considera una facultad especial. El cansancio fundamental inspira. Deja que
surja el espíritu.
“La inspiración del cansado dice menos lo que hay que hacer
que lo que hay que dejar”
-El cansancido devuelve el asombro al mundo.
-“El cansancio te rejuvenece” (…) El cansancio profundo
afloja la atadura de la identidad (…) aura de cordialidad… “cansancio de
nosotros” “un cansancio etéreo nos unía”
-El cansancio de agotamiento es un cansancio de la potencia
positiva. Incapacita para hacer algo. El cansancio que inspira es un cansancio
de la potencia negativa. Se trata de un entre-tiempo.
-Sabbath… un día en el que se hace posible el uso de lo
inutilizable. Es el día del cansancio.
-El cansancio desarma. En la larga y pausada mirada del
cansado, la determinación deja paso a un sosiego. El entre-tiempo es un tiempo
de la indiferencia como cordialidad.
-Handke esboza una inmanente religión del cansancio. El
cansancio fundamental suprime el aislamiento egológico y funda una comunidad
que no necesita ningún parentesco. En ella despierta un compás especial, que
conduce a una concordancia, una cercanía, una vecindad sin necesidad de
vínculos familiares ni funcionales.
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