8.6.12

el sexo nubla la vista... aunque también la aguza

cosas que no sé dónde encajar... ¡cajón de sastre total!

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"Inserts" (1974), dirigida por John Byrum, quizá sea, junto a "Boogie nights" el más estimable de los acercamientos del cine convencional al género. Film sólido, muy bien realizado. Y con un cartel maravilloso.




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"The first nudie musical" (1976) también es interesante, no es cine sexual, es un film cómico, picante y musical, tres buenas cartas, bien barajadas además. Por otra parte, entre el cine sexual y el cine musical hay bastante relación, se interrumpe la narración clásica para enfatizar una digresión, sexual o musical, en ocasiones las dos cosas -Misty Beethoven: The Musical! (2004)Veronica Hart- y se aborda esta digresión en la narrativa con gran alarde en la coreografía y no pocas veces piruetas con el montaje. Hay algo de funambulista, contorsionista, equilibrista y de llevar el cuerpo hasta sus propios límites en ambos géneros. Ambos me parecen muy difíciles, tanto el musical como el sexual, porque esta ruptura de la narrativa es complicado que se engarce con naturalidad en vez de parecer postiza, puesta con calzador, o al contrario, que la línea narrativa se revele insustancial y prescindible. Las costuras suelen verse demasiado, y el traje se revela demasiado artificial



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Sobre el cine sexual

Hay cosas que se dicen, que pienso sobre el género:
-Su difusión, paradójicamente, nunca ha sido mayor, enorme, y a través de un número cada vez mayor de medios, y sin embargo es un género ninguneado, marginado y despreciado por lo general.
-Su relevancia económica no es poca, y no se queda atrás frente a los demás actores principales de la industria del entretenimiento, del espectáculo, del mundillo artístico y cultural, sin embargo su consideración social es entre nula y negativa.
-Sus detractores le acusan hasta del pecado original, ¡qué original! ¡qué pesados!, pero seguramente ignoran los títulos más originales y valiosos del género, que pueden ser pocos en el conjunto, pero también son pocas las obras que verdaderamente dejan huella una vez consumidas-disfrutadas.
-Se acusa al género de una gran ramplonería, repetición... pero a todos los géneros se les podría acusar de lo mismo, y lo haríamos si no conociéramos sus obras más originales y valiosas.
-Se tiende a demonizar un presunto uso, abuso, explotación de la mujer (y también del hombre) como objetos sexuales. En ese caso todos los desnudos artísticos que pueblan la historia del arte ¿qué son?
-Se habla a veces de que expone a la luz pública actos privados que deberían mantenerse en la intimidad, sin embargo no se trata en absoluto de actos privados sino de representaciones/actuaciones sexuales conscientes de que serán vistas por un público, rodadas y montadas con esa intención. El cine sexual, por más que pueda tener un aspecto documental o incluso serlo bastante por momentos, no deja de tener una coreografía, a veces más elaborada de lo que creemos. Incluso hay quien asocia el cine sexual con el cine musical, y no por casualidad. En ambos géneros los números (sexuales o musicales) explotan en la trama argumental y se expresan como pletóricas apoteosis, paroxismos, cumbres. Además en el cine musical se puede ver una sublime paráfrasis del sexo, ritualizada en la danza, tantas veces parte del cortejo y preludio, en la vida real, de la consumación sexual.
-Se le acusa a veces de fomentar conductas antisociales, obsesivas o de aletargar la propia imaginación. Generalizar suele ser bobo, y estas cosas caen por su propio peso dado el consumo masivo de contenidos sexuales y sus casi nulas consecuencias, estadísticamente hablando. En casos aislados, ya patológicos de por sí, incluso algunos psicólogos aconsejan el cine sexual para liberar tensiones y canalizar los impulsos a través de la ficción en vez de a través de la realidad. Centrándome en lo de aletargar la imaginación, aclarar que depende de qué cine sexual se vea. Si alguien siempre ve un cine sexual estandarizado y monótono en vez de rastrear, indagar, entre todas las épocas, los directores (y directoras, cada vez más) más originales dudo que el efecto sea anestesiador sino revitalizador. El cine sexual, entre otras cosas, puede descubrirnos mil y una cosas que no se nos habían ocurrido o no habíamos vivido, y también nos puede dar ideas, enseñarnos caminos que recorrer o abrirnos puertas a caminos que crearemos con el tiempo. Puede ser un cine iniciático. En un buen puñado de películas hay originalidad e imaginación de sobra como para desmentir que nuble la imaginación. El género tiene un potencial enorme para descubrir opciones sexuales o visualizarlas sin eufemismos ni velos. Si se quiere, hay un potencial implícito (aunque no sea su misión) didáctico-educativo-demostrativo, aunque creo que cada cual debe vivir su sexualidad como la sienta, y cada película sólo debe verse como una manera de vivir la sexualidad, nunca como lo canónico al respecto.
-Se afirma a veces, en su defensa, que el cine sexual puede servir, paradójicamente, para fomentar la fidelidad conyugal al actuar como vía intermedia entre la promiscuidad sexual real y el sexo exclusivo con la pareja. Quizá faltarían estadísticas que corroboraran esta teoría pero no es descabellado pensar que quien ha atendido a su propia sexualidad y en parte a sus fantasías promiscuas sea más capaz de resistir las tentaciones extramaritales, y que fuera más raro que las buscara. No creo que sea una ley matemática, de todas formas, y hay parejas que no hacen un auto de fe de la fidelidad, aunque sea una de las más frecuentes causas de divorcio. La promiscuidad, de todas maneras, parece bastante enraizada en ambos sexos y quizá nada pueda contener del todo un mar tan agitado y tempestuoso, aunque el cine sexual quizá sí pueda servir de fantasía íntima, al menos por un tiempo. Quizá sí, quizá no, la respuesta queda en el aire.
-Se afirma a veces, con un exceso de optimismo, que el cine sexual es un triunfo de la libertad de expresión, de la revolución sexual, un avance progresista...  Y algo de eso hay, pero no me cuesta refrenar el entusiasmo y estoy lejos de lanzar las campanas al vuelo. El cine sexual no se ha integrado en la vida cultural con normalidad sino que se ha marginado y poco menos que ha sido conducido al peep-show, solitario o en pareja, en vez de a la proyección pública y colectiva. Al haberse llevado del ámbito público al privado, del cine al vídeo, a lo doméstico, su impacto ha sido domesticado, empequeñecido, su relevancia casi ninguneada. Es decir, su triunfo es pírrico, existe en parte pero no es tanto, es más aparente que real. La sociedad permite el cine sexual pero acordonando la zona, cosa que no sucede con el cine violento, que se proyecta en cines (y a veces con calificaciones por edades de lo más condescendientes con la violencia). Antes la sociedad prohibía el cine sexual, ahora lo permite (y es un buen negocio) pero si se está calladito en un rincón donde no haga ruido, que sea si acaso una excursión que no interrumpa la dinámica social. Al ser así, el cine sexual, por transgresor que pueda ser no tiene impacto colectivamente, su consumo es privado y no se habla de esto, queda todo en algo personal que existe pero socialmente queda en algo prácticamente inexistente. Acaba siendo un consumo capitalista, utilitario y monetario en lugar de una comunión vitalista, asociada a la voluntad de abrir puertas y derribar viejos órdenes, y levantar una sociedad mejor basada en valores tales como la creatividad, el amor, el deseo y la sinceridad. Quienes vemos en el cine sexual un caudal poético, alegre, liberador, revolucionario, nos cuesta ver en qué queda ahora la repercusión del género. Sin desoír su naturaleza sexual, excitadora, el mejor cine sexual siempre ha buscado la triple erección, humedad, y penetración, la del sexo, la del corazón y la de la cabeza. Siempre ha buscado el intercambio de fluidos, no sólo sexuales sino también alentar la sangre que nos recorre y el riego cerebral que nos acaba de hacer humanos. No estoy de acuerdo con delimitar y encajonar el cine sexual como el que se encarga solo de lo físico, de lo animal del ser humano. No tendría nada de malo pues también lo animal forma parte de nuestra naturaleza humana, tantas veces ocultada, disimulada, vedada o incluso perseguida y ninguneada, sin embargo el mejor cine sexual crea una poética del goce, una disección de los avatares de la sexualidad humana e incluso de las vicisitudes de las relaciones sexuales-sentimentales en las que se desarrollan las expresiones sexuales. El cine sexual más interesantes aporta un placer no sólo de mirón, y otros placeres, sino también destellos del goce, de la vitalidad, de la complejidad e incluso del drama de la sexualidad. Otro de los tópicos ignorantes sobre el cine sexual es que siempre es intrascendente, idealizador, banalizador, frívolo, pero hay ejemplos de cine sexual dramático, visiones nada complacientes sobre la sexualidad, luces negras enfocadas directamente a las sombras más tenebrosas y fatales, a las desdichas del sexo. Quizá no sean muy conocidas, ni muchas, pero existen y prueban que el género no es un monolito homogéneo. Ningún género lo es, también las comedias románticas (a veces denominadas el porno de las mujeres) de vez en cuando tienen gracia y encanto en vez de ser empalagosas hasta la diabetes. Y a veces el cine sexual tiene encanto, vitalidad, perspicacia psicológica y expresa la alegría y el drama que late en la vida.
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